domingo, 14 de marzo de 2010

Capítulo 4.- Del Encaje y de Las Sombras Del Cancel

La puerta roja se deslizó chirriando sus goznes y atrás apareció un hombre viejo, vestido de rojo, la cara arrugada y antigua estaba enmarcada por un dorado gorro turco y por una barba rala, larga y blanca, el anciano trae un gato blanco sobre los hombros, no se sabía si la joroba era para el gato o si el gato había aprovechado la joroba, pero eran uno solo, recibió a las dos mujeres, la niña aun llena de arena, agotada y con los cabellos apenas peinados y la mujer de las manos de encaje, haciendo un ademán les dio el paso y tras ellas cerró la puerta roja que por dentro también está pintada de rojo y tiene cuatro aldabones que lentamente y con maestría el anciano cierra uno tras otro agachándose y sin perder al gato que parece adherido a su cuerpo, las dirigió con un ademán elegantísimo y caminando silenciosamente junto a ellas hablando rápido esa lengua ajena, la niña se rezagó, absorta en el entorno, la pareja de adultos caminan haciendo ademanes explicando y aclarando, el gorro dorado camina con el gato blanco y se dirige a manos de encaje, juntos caminan rápido, sin detenerse a admirar la belleza del recinto, sin ver los colores contundentes de las paredes y de las puertas, tampoco se alteran, ni se deslumbran, al entrar a lo blanco, a lo candoroso del primer jardín, los olores de los jazmines se meten por la piel, por los ojos y los oídos y tampoco ven las delicadas fuertes que lanzan decenas de chorritos discretos, constantes que se acunan con la briza. La niña busca con sus ojos, atrás de la belleza, esperando encontrar a alguien conocido, a su mamá a su papá, camina, cruzar ese umbral le revivió el anhelo … espera aquí,,, la detienen con un ademán claro y definitivo, Ella ahí aguarda mientras manos de encaje se aparta, desaparece tras una celosía hecha de orificios que hacen como flores como curvas y se repiten, esos agujeritos perfectamente cortados son de una belleza y complejidad abrumadora, Ella ya no puede más el cansancio la somete y aun con la esperanza del encuentro, se deshace sobre el piso, se recuesta ahí y mira con la cabeza pegada a las baldosas de mosaicos impecables, perfectos cada uno idéntico al otro formando grecas que se corean haciendo rimas y cantos de colores, se entrega a esa superficie fresca, relajando el cuerpo y teniendo el alma en un hilo, sabe separar el cuerpo del alma, sabe que el cuerpo se puede cansar pero ella no, la esperanza está integra y renovada nutriéndose de toda la belleza que la rodea, a la mañana siguiente, abre los ojos lentamente, como si los parpados la defendieran de la realidad, está cubierta por una sabana amarilla, el aire huele a jazmines, nada de ella está ahí, ni su vestido, ni el pañuelo de su abuela, la sabana que la cubre es suave como los parpados de mamá, la luz entra por el enredo del cancel haciendo sobras sobre su cuerpo parece que estuviera vestida de encajes, no reconoce nada, el aire es tibio, fresco, hay fruta y agua pero no hay salida.

… Ya terminamos, lo espero el jueves a las seis,,,
El sale resuena en su pensamiento la voz que le dice verdades ignotas y sabidas, sintiendo que ya no entiende nada, sus referentes, los referentes que siempre le han dicho quién es y a dónde va, se borran, trae una grieta por donde ve lo que no quería ver, y al mismo tiempo se le aligera la carga, sale, empuja su silla de ruedas, ve a la gente en las calles, como si la viera por primera vez, se siente igual a todos y llora.
Ella apaga la luz del consultorio resintiéndose, ha tocado capítulos olvidados de sí misma, recuerda la temperatura de los mosaicos y la dulzura de los dátiles, le enseñaron a mover las manos como mariposas, le enseñaron a callar, a doblar la cintura moviendo su cadera rítmica y sensualmente, la música que la lleva tiene sonidos azules y rojos como los muros, vibrantes como el azafrán, las manos se le hicieron de encaje, y el cuerpo, su piel se hizo suave, más suave que la seda amarilla por los afeites y badulaques que debía ponerse en todo su cuerpo después del baño.

…!Doctora ahora tengo buenas noticias!,,, esta paciente lleva tres años en análisis y su vida ha dado varios vuelcos, es una mujer que ha descubierto que su deseo es más grande que su miedo, Ha sido un proceso tenaz y doloroso, las sesiones han cambiado mucho al principio su asociación era una meticulosa descripción de lo que había hecho entre sesiones, describiendo cada día cada hora cada minuto, ahora Ella no se sorprende cuando le dice …ya decidí comprar una casa, pedí el préstamo y me lo concedieron, pasé la semana buscando, preguntando, y una amiga me ofreció su propiedad, quiere venderla porque quiere algo más grande, y la que me ofrece es chiquita pero para mí es perfecta, ahora mi amiga tiene que conseguir el préstamo que seguramente le concederán rápidamente por que con los ingresos que tiene no hay problema, tengo que esperar un poco, pero esto va bien doctora,,, Ella la escucha su alegría, se siente que esa voz la produce su boca sonriendo ...¿ha cambiado mi vida verdad doctora?, ya no duermo en el piso, compre un espejo, tengo una mesa y dos sillas, y ahora voy a tener una casa,,, Ella hace, una vez más una interpretación conocida por las dos, y dice …parece que ahora puedes gozar de la vida sin sentir que mermas a tus padres, ahora sabes que están a salvo de tu deleite, que no los puedes lastimar, pero ahora ya no vas a poder gastar en nada, que no sea la casa, ya tienes tu nuevo sádico, tu nuevo hoyo negro, él que te roba toda la vida, hay que ver si conviertes a tu casa en el tirano que no te deja vivir,,, Ella se ríe y la paciente también, la paciente dice …¿será posible? ¡Que horror!,,, Ella le dice …ya terminamos, le recuerdo que nos veremos hasta dentro de tres semanas,,, …Sí doctora Gracias,,, Ella decide ir de nuevo a Marruecos, el propósito de este viaje es reunir algunas piezas del enigma que es su pasado, busca fragmentos en el paisaje pero en realidad ella los tiene en su memoria, aun que los tenga claros siempre la invaden las dudas y los desconoce, quiere encontrar más recuerdos para poder verse a sí misma, para tener una imagen un poco más nítida del trayecto de sus pasos, Ella siente que tiene una maraña, volver después de treinta años pareciera mucho tiempo pero los paisajes retumban en su corazón tan claramente como la parvada de garzas que pasan sobre el mediterráneo moviéndose armónicas, con gracia y sin apuro, evocando los vuelos de otro tiempo.

Trata de mirar a la calle, ya ha descubierto que adentro no está mamá, ya ha conocido a todas las personas que viven ahí, a los que vienen en el día, a los que vienen en la noche, a los que entran para traer, alimentos, telas, papeles, herramientas y todo lo necesario para el servicio de la casa, también los que vienen a reparar los baños, canceles, los techos, todos entran por la puerta roja, a la que Ella no puede acercarse. Los hombres que vienen ataviados con lujo y señorío, los hombres a los que se les atiende en el palacete, entran por la puerta índigo, que da a la calle azul. Ese azul es tan intenso y tan imponente, vibrante y fuerte es definitivo y hace que una no se sienta sola.

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