domingo, 14 de marzo de 2010

Capítulo 1.- De La Separación Del Cuerpo Y Del Alma

Ella bajó descalza y sin contar sus pasos, por lo escarpado y por los hondos paisajes a sus cavernas, el tiempo se le hizo un hilo entrecortado y dejó la lógica para un tiempo mundano, se ensortijó el llanto y peinada así toleró las parvadas de murciélagos que salieron de su interior, por las heridas abiertas le aparecieron narcisos y lilas, y con ellas escucha ahora al paciente que narra su secreto más tóxico, su lamido terror y la burbuja de su desasosiego, lo mira sacudido por el llanto y Ella sabe que su sola compañía parece ser lo necesario para que acontezca la nube de negros insectos.
Lo que es fundamental, es registrar todos los matices y los tonos, sabe que debe atender con meticulosidad cada silencio, distinguir cada adjetivo, las intenciones propias y las supuestas, los miedos y la parálisis, porque ese es precisamente el material con el que se reconstruirá la persona que hoy se desdibuja frente a Ella, esa es la argamasa con que se consolidarán las piezas que harán a su paciente otro, lo hará nuevo con los horrores volcados sobre su piel y ya no bajo su lengua, será un ser mutante y en tránsito permanente hacia sí mismo, será más fuerte porque tolerará su liviandad, más profundo porque lo superficial no existirá mas como sinónimo de insignificancia, sino que le dará escucha y ojos que lo definirán como la briza sobre el lago. Cuando la narración parece terminarse, cuando los tonos convocan a coincidir en las conclusiones, entonces Ella formula una pregunta breve, con ella lo devuelve a la primera escena, obligándolo a gatear recorriendo de nuevo los rastros de sus pasos supuestos, sabidos, que los siga sin pies y sin manos, que los pase de nuevo con sangre y saliva y que ahora diga cómo fue esa puesta de sol que quemó su piel y que le dijo quién era, al terminar de nuevo le pide que esclarezca qué era lo que sentía o pregunta, ¿cómo fue eso?, ¿qué sucedió antes? ¿Dónde estaba mamá? busca que el narrador recorra la terrible escena, desde la conmiseración a sí mismo y ahora nuevamente que la recorra desde el recuerdo cinematográfico, desde la mirada del niño genio que se duele pero se guarda el secreto, ahora desde la mirada del adulto ciego y torpe, quiere que le conceda a ese niño no únicamente la victimización, sino la fuerza de decisiones tomadas en medio de la tormenta.
Ha querido cambiar su sillón que está vencido pero Ella no, aunque le está doliendo la espalda con más frecuencia, claro el sillón ya tiene más de veinte años, lo han reparado dos veces, no era, por principio, una excelente pieza, era usado, como todo, así que pensó en buscar un sillón más cómodo y bello, la belleza la orienta, sin ella desaparece, es lo que la mueve, incluso por eso le cuesta tanto desprenderse de su viejo sillón, el tapiz es primoroso y la marquetería tiene labrados en la madera, racimos de rosas que se descuelgan por los descansabrazos hasta las patas, es deslumbrante, debatiéndose entre lo nuevo y lo viejo es vencida por su necesidad de reparar de rescatar de resolver de remediar y eso es lo que hace, llama al tapicero y con él diseña algunos cambios, pero aún no puede entregar el sillón y llega el siguiente paciente.

El diván donde se recuestan los pacientes es espléndido no sólo por su generoso tamaño sino también por estar cubierto por un suave y acogedor tapete blanco y enorme que se desborda mucho más allá de las orillas, incluso habiendo cubierto el diván desde el piso por el asiento y abrazando el respaldo trepa por el muro hasta tocar el techo, está hecho de largas hebras de lana de borrego lo trajo de un viaje a Marruecos, los marchantes que se lo vendieron le dijeron que era el tapete del amor utilizado para dormir en él, es un tapete tradicional de las tribus bereberes cultura milenaria que hace su vida en tránsito permanente por los desiertos ese es un mundo que la atrae, visitó Marruecos en invierno una buena época para visitar el norte de África, hizo ese viaje en un intento por desentrañar un capítulo de su enmarañada infancia en la que se pierde buscándose para acceder a sus adentros, África es para Ella el centro del desencuentro y el núcleo de todo lo verdaderamente suyo, siendo una pequeña niña y estando de viaje en Marruecos entre arena y trenes, invadida por olores de borregos y camellos se perdió, los caminos que recorrió y por los que erró buscando volver le tomaron nueve años, parte de su deambulante alma se quedó ahí y añora trata de descifrar las tramas leviatanes que organizaron la tormenta que separa su vida en dos y mortificadamente la sella así separada.

El paciente llega saluda y se recuesta, Ella se sienta, y al mismo tiempo, percibe como la toma su desnudez impúdica desde donde escuchará siendo ese el único lugar donde está mil veces repetida: muerta, niña, mujer, hombre, anciana, desde donde es la esfinge muda que con aullidos sabe esencialmente su vacío, y estando así Ella dice…la regla es sencilla, debe hablar de todo aquello que venga a su mente aún aquello que le parezca inconexo irrelevante,vergonzoso o sin sentido,,, Ella sabe que las dificultades para asociar libremente son precisamente las que describen los rasgos de cada personalidad, algunos, meticuloso goteo preciso ritmo, deben seguir una trama ordenada y prolija de las cosas hiladas y consecutivas, de las horas, de cada palabra dicha, tienen cataduras obsesivas, pretenden con el orden, sostener un propósito, no extraviarse en sus malos deseos, en su exigencia aplastante, no vislumbrar siquiera sus perversos abismos, sus cumbres exhibicionistas, ni sus sádicos oleajes, el camino conocido será de cualquier manera interrumpido por el olvido, por el encuentro, por lo diáfano de un brillo. Otros, hacen colorida crónica de ritmos escandalizantes, de sabores y olores de rimbombantes garigoles para extraviar la mirada para no descubrir un vacio devorador, para bordear la falla y sumarse con las nubes del paisaje a un cielo efímero, mas sin remedio la gravedad los trae a su mortal andar y se desconocen deambulando en la tierra como todos, para dar un brinco de nuevo a lo dramático y quejarse con estilo de lo infame, de lo injusto y desenvolverse lentamente los aliños las plumas de avestruz, vedetes decadentes perdiendo lentejuelas en lo deslumbrante de la escena, seguir siempre aspirando sin sosiego a promover el deseo y no a saciarlo, quieren hacer, un “como que”, del deseo y eso es lo que no están dispuestos sostener. Otros con talento o sin él, describen su brillantez, su hermosura y dignidad, virtud y aptitud para la seducción, aspirando a la mirada sin parpados que los nutra desde la esclerótica brillante como lago congelado que es el ojo y que no pueda suspender el sostén del patinador, sostén y reconocimiento que ávido y a lamidas levanta cuando apenas hay un ¡deveras! Otros con sus historias, por momentos la envuelven sin que Ella se percate porque danzan un capítulo conocido por los geógrafos, y es cuando evacua por los oídos la sangre de lágrimas y a destiempo descubre a los tristes que van derramando como pajes los pétalos que dan guía al despropósito, al sin sentido, invadiendo con su densa humareda los ojos y las narices asfixiando, redefiniendo el mundo, solo cabe la huída del irrespirable mundo lleno de lágrimas y desilusión, entonces, saliendo del denso fondo saca la cara del barro y toma aire como si fuera la primera vez, sacude su pelaje como perro y le describe al otro la salida y la desilusión que lo espera y solo la conmiseración los acompaña como lazarillo ciego, los impulsivos dominar con desorden la escena, en fin, aunque en un primer momento a los pacientes les cuesta trabajo la regla de pronto logran moverse con fluidez en la libre asociación y es entonces cuando los paisajes más reveladores toman lugar, hay que perderse para poder encontrarse.

Habiéndose perdido la niña miró su entorno incomprensible, le pareció que pagaba un precio muy caro por su ira, el costo fue el desconsuelo por haber sido servida con la huida, fue hasta nueve años después que la policía entregó a la extraviada niña, Ella traía bajo el brazo su vida sus amigas sus penas y dolores, traía el azul añil las caricias unas dulces y otras evaluando sus destrezas, pero sus padres, ahora su referente, pretendieron alejarla de todo lo que significara el tiempo de su ausencia con tal fuerza que no se le permitió hablar de esos nueve años de su infancia ese tiempo extraviado que era de oro porque en él fue introducida a los temas esenciales de la vida. El silencio, pesada lápida con la inscripción borrada que hubiera dado cuenta de lo muerto siquiera e innombrable, tejió redes que se hicieron tartamudeos, caspa sobre sus hombros, tics en sus parpados, el silencio como serpiente hacía los trazos para desdibujar sus recuerdos volviéndolos etéreos, falsos, inválidos, debía cuidar las frases negando todo negando que hubo un tiempo en que ella no estaba o que estuvo en otro sitio, aprendió a tejer una red de acero fría sobre su memoria, le dejaron de tarea escurrirse como agua entre la trama del metal para recomponerse después, así se hizo criatura de mercurio que olvida quien ha sido y sigue siendo, olvido las marcas, y se hizo buscadora desesperada, que escudriña en sus adentros lo que ha sido, son las manos agitadas libélulas escarbadoras que no encuentran pero indagan, siempre hurgan. Ella tiene como quehacer central desentrañar ese tiempo, ella no estuvo ausente de sí misma aunque así lo sienta, ella estuvo ahí y en ese tiempo de su historia, se enriqueció de dolores, de luces, cantos y de tonos, Ella quiere tocarle las entrañas a ese tiempo secreto, sus padres, sus “rescatadores” no le permitieron desempacar esas puestas de sol, esas sandalias andadas, no le permiten hablar de esos lazos, de esos olores, de esos sueños, pero sobre todo de los horrores y los deleites de la vida marroquí. Ella monosabio rastrillo en mano, borro todo los avatares, sangre, impulso y la lidia de su paso por la tierra de Fátima.
Para Ella a sus cinco años, el mudo cambió por completo, creyó que se había perdido, le dijeron y afirmaron mil veces que se perdió, pero con los años, se dio cuenta de que eso no era cierto, lo que sí fue cierto es que la soledad y la tristeza la inundaron, y a pesar de ese mar de duelo, su pensamiento estaba ocupado en diseñar estrategias para sobrevivir a su odio, sobrevivir al viento y al tiempo, desatadas las nubes pasaban a gran velocidad haciendo sombras que no acompañaban a nadie, la niña trataba de encontrar su camino de regreso, se entregó a la guía de una mano, buena samaritana que ella tomó con urgencia, la caminata fue muy larga por calles angostas con muros altos de colores vivos y muertos que forman rutas complicadas, trayecto marcado por el rápido paso de quién la guía, paso que se multiplica en sus pasitos de niña, ella siente el rítmico golpe del pequeño bolso con ropa en el que había guardado solamente: un pañuelo perfumado, que le dio su abuela en Madrid ya para salir a Marruecos, la viejita los acompañó solo unos pasos fuera de su casa hasta la esquina donde colgaba un cartel de Franco convocando al referéndum de 1966, la detuvo y se agachó lo más que pudo para estar cerca de Ella, …ven mi niña linda,,, desde una ventana cercana salía una canción, era la radio que cantaba Raphael …Yo soy aquel que cada noche te persigue, el que te espera, aquel que sueñaaa cada nocheee con tu amooor,,, la abuela le dijo bajito y al oído …toma este pañuelito de lino, lo perfumé para que cuando sientas nostalgia lo huelas y te acuerdes de mí y se abrazaron,,, en el pequeño bulto trae también su vestido de flores amarillas y su rompecabezas, es realmente poca cosa pero se aferra a él como si fuera el único contacto con la certeza con lo conocido, la mujer que dirige sus pasos va envuelta en grandes telas negras con la cabeza y cara cubiertas, Ella apenas puede verle los ojos y la mano que la anima a seguirla es una mano delgada, femenina que se mueve a acompañando las palabras incomprensibles que salen a través de aquel atuendo, se mueve como bailando a la par de esa voz, Ella pensaba que le indicaba …!avanza, sigue camina!,,, La niña se imagina que todo este horror concluirá sin demora y supone que le estaba diciendo …!ya casi llegamos, vas a ver a tu mamá, te espera tu papá y tus hermanos, se van a poner felices cuando te vean, las cosas van a cambiar para bien!,,, frases que su abuela le hubiera dicho para que ella pudiera sortear su realidad de niña, frases en las que no se incluye el odio de su madre, ni la ira por la locura con la que su mundo es marcado …no llores mi niña preciosa, verás que la vida te dará cosas por las que vale la pena llorar, estas son pequeñeces,,, pero la mano se agita y ella siente que le dice …apúrate ya falta poco,,, en realidad son palabras de un idioma indescifrable insondable por ajeno y por el mundo que le descubrían, también era inimaginable a sus cinco años, recuerda mientras camina rápido y sin descanso, que en su último cumpleaños invitaron a su abuela y le trajo de regalo el gatito café con los ojos amarillos es la criatura más hermosa del mundo, incluso antes de salir para Marruecos pasan a dejarlo con abuela con su “mamágrande” como le gusta decirle en secreto, ella le prometió que lo cuidaría para que no se pierda, la mano que la anima con ademanes y gestos, está pintada con líneas delgadas y oscuras que hacen dibujos de garigolas como si tuviera un guante de encaje, Ella mira a la mujer que camina frente a ella y adivina que debajo de toda esa ropa la marcha la hacen un par de piernas fuertes que dan pasos firmes, vigorosos, camina rápido, Ella se siente cansada, la garganta se le hace de cartón de tanto jalar aire, las calles cambiaron del amarillo al naranja y azul turquesa, ahora azul rey, ahora las paredes son azules, ve algunas ventanas verdes, algunas las puertas son pequeñas. Caminan por estrechas calles, cruzan una plaza enorme donde todas las personas llevan cubierta la cabeza, hay mucho alboroto, el sol se hizo presente sin dar tregua a ese cuerpo agotado, salen de la plaza y el reclamo de su cuerpo por el incandescente sol disminuye al sentir las sombra que nuevamente le ofrecen las diminutas calles, aunque la plaza le dio la sensación de que ése era el lugar a donde iban, al entrar escudriñó entre la gente escarmenó los perfiles las siluetas buscando lo conocido aunque temido pero la marcha sigue, ahora que de nuevo entran a otra intrincada ruta de calles minúsculas y frescas aceleran su paso, la mano la suelta y la niñita estira su brazo intentando tocar el atuendo que cubre a la mujer de manos de encaje, pero apenas la rosa, la mujer no se percata y sigue su paso veloz, se encuentran de frente con un par de burros que caminan uno atrás del otro, son burros enanos, los únicos animales de carga que caben en esas calles tan estrechas como los pasillos de su casa en Guanajuato donde jamás nadie metería un burro porque todo debe estar limpio, cada uno de los animales traen sobre sus lomos y a cada lado un par de enormes vigas de madera, vienen amarradas a sus cuerpos como condena y los extremos posteriores de las vigas son arrastrados sobre el piso de piedra, las vigas van haciendo un estruendo que anuncia su irrupción, la mujer la empuja suavemente pegándola al muro, se detienen privilegiando el paso de los animales con su carga que toman toda la calle, la niñita se estremece, ve pasar al par de burros arrastrando su estrépito y los puede oler ¡ese es el olor de los burros! se dice a sí misma mientras deja de sentir por un momento el pánico de su circunstancia, los ve pasar llevando sobre sus cuerpos ese notable peso, se conmueve admira los peludos cuerpos, ve que caminan con la cabeza gacha, piensa que los animales tiene para sí una vida indescifrable, imposible, inmensa, como la carga que arrastran y vuelve a su carrera tras las manos de encaje, trotando casi corriendo siguiendo a la mujer que habla ese idioma incomprensible y que en este momento es su único referente en la vida, buscando salidas a ese galimatías va con sus ojos escudriñando caras, letras, algo, pero los rostros están cubiertos y no la miran, miran sus caminos, miran para dentro de sí mismos, no hay letreros, ni nada que la oriente, además es tan pequeña que no sabe leer, está muy cansada, podría sentarse a llorar, quiere decir que ya no puede más, quiere quedarse dormida, pero la mujer de manos de encaje la anima y su tono denota su fastidio, su cansancio tal vez, Ella no sabe si quién la guía es una joven o una vieja no sabe con certeza si realmente es una mujer, pero sí si es una mujer, la voz, lo poco que ve de sus pies y sobre todo la mano dan cuenta de su femineidad, Ella puede soportar esa distancia porque lo que conoce es una madre distante, dura y fría, así que no acude a su guía por apoyo, siempre se ha sabido sola, ahora ya le duelen las plantas de los pies y no puede detenerse así que camina como si sus pasos ya no los dirigiera su voluntad sino la de la otra, como si sus pasos fueran automáticos como si ella estuviera dormida y sus pies fueran solos, estado de las cosas que vuelan con el viento sin otro impulso que su oposición, ya no levanta la vista anda así sin ver cabizbaja como los burros, al doblar una calle ya no están adentro, están afuera y pasan automóviles y caballos, ahí si hay letras, y bicicletas apoyadas en las parede, por la ancha calle caminan unos niños de la mano y su madre adelante con un atuendo enorme y que aletea con el viento, en el fondo divisa la mezquita de Aixa Jadra y en un muro junto a las bicicletas apoyadas con descuido, un cartel que anuncia la Colección de Alcazarquivir en la Biblioteca Nacional, avanzan y cruzan calles menos vistozas y de pronto el paisaje toma todo …¡es el campo! piensa Ella sorprendida cuando cruzan la carretera y sus pies se encuentran con la tierra, con las caricias de la hierba en sus piernitas y con el rocío que le moja los calcetines, súbitamente siente como la levantan las manos de encaje y la entregan sentándola en las ancas de un caballo negro, le indican que se detenga abrazando al cuerpo del que dirige a ese animal, sus manitas apenas logran sostenerse de las arrugas de la ropa, la mujer de manos de encaje monta sola sobre un caballo gris con la crin negra al que de inmediato arranca y hace correr al animarlo con sus pies, el cuadrúpedo negro que la sostiene a Ella arranca también encarrerádose bellamente, va adelante, mira tras de sí va manos de encaje inclinada hacia adelante concentrada en su ruta, y ve como los lienzos que cubrían su bella cara al golpe del viento se desenredan y los lleva al viento hondeando el aire como las ropas de los tendederos, Ella se percata del peligro de caerse y se detiene con toda su fuerza reteniéndose del hombre, él antes de arrancar le indicó con ese idioma incomprensible acentuando lo que le decía poniendo sus manos inmensas de hombre fuerte y tostado por el sol, sobre sus pequeñas manecitas de niña y apretándolas a su cintura y metiendo sus deditos en el cinturón que lo rodea, confirmando que debe detenerse con fuerza, entonces siente el primer jalón de la zancada del animal, la velocidad y el trote la sacuden, se siente viva, se siente íntima en ese abrazo y esa ruta, como si la protegiera aquel hombre de negro turbante, la ruta que siguen la lleva fuera de las calles y hacia el campo, de este cuerpo del que se sostiene, siente la firmeza y mana un olor a especias, un olor a agitación del que ella se sostiene viendo pasar bajo sus pies el piso que se deshace en ráfaga y al que ahora teme, bajo sus muslos siente el pelaje del caballo, la tibieza de ese cuerpo que mece los músculos haciendo un arrullo firme, tibio y suave, encendido de afanosa precisión, el viento que siente en su rostro tiene el ritmo de las ancas del caballo y con todo su cuerpo de niña trata de seguir esa cadencia asociándose íntimamente con la aventura.

El paciente llega saluda, Ella sabe que él está particularmente preocupado por su apariencia, ahora viene de traje oscuro y corbata dorada peinado con muchísimo cuidado, camina hacia el diván y se recuesta ahí sobre el tapete blanco pidiendo disculpas por llegar tarde y habla, Ella lo escucha atenta, hace notas pero quiere preguntarle por su hija y no lo hace, es una regla fundamental no lo hace espera a ver si para él ese tema es aún relevante y es casi al terminar la sesión que él dice …aún no sabemos si la bebé se va a quedar ciega,,, la sesión transcurre repasando los conflictos que dice querer resolver con su esposa y los conflictos que dice que quiere resolver con su amante, todos estos avatares se mezclan en una suerte de nudo hondo y negro con los recuerdos de los terribles castigos que su madre le infringía, sin embargo su infancia terminó no cuando ganó su primer salario, vendiendo cartón y vidrio que recogía por la calle, el verdadero cambio en su vid, no fue cuando su madre recibió de sus manitas de niño el dinero ganado con ingenio y grandes esfuerzos, ni cuando lo miró orgullosa y encantada, sino cuando su cuerpo se agita, serpentea sin aviso, sacudiéndolo, estirándolo, se estremece, piensa que no volverá a suceder pero la sorpresa es descubrir que es presa de este mal que lo acomete tirano enemigo que lo esclaviza y es desde entonces su consorte, las primeras extrañas convulsiones son una contorsión gigante, contundente visible, doloroso calambre que cruza su cuerpo lo somete y se repite cada media hora, treinta, cuarenta convulsiones al día, a veces cincuenta, entonces todo pierde sentido debe enfrentar esta condena y sus recursos son la perseverancia y la disciplina que ha desarrollado trabajando para conseguir unos centavos, como hormiga marcha sin tregua a hacer lo que debe y parece que así con estas destrezas puede enfrentar esta maldición, ¡tratar de controlar! estar atento a la señal, al aviso, a esa indicación llamada aura, que anuncia la llegada de los agites, descubre que para no convulsionarse debe estar bien apoyado, sentado o parado de cierta manera, descubre que no debe agitarse, que no debe alegrarse, que no debe bailar, que no debe vivir para poder vivir.
Ella escucha a su paciente hacer esta crónica inteligente, prolija, esta culta descripción de su circunstancia, Ella sabe lo que es que el cuerpo marque el paso, que el deseo incluso que la voluntad tenga que ser usada para servir a la dictadura del cuerpo, Ella recuerda que no quería más, que no podía más y se escapa, se precipita por las enmarañadas calles de no sabe qué ciudad, corre aún con las manos teñidas como guantes de encaje, con los pies pintados con primor, vestida con sedas, aretes pulseras y collares enormes, corre, se desprende de esa arquitectura como fruto maduro y como fruto maduro que se desprende se encuentra rotundamente con los límites, la detuvo una mano enorme, fuerte, acompañada de una carcajada, de palabras irónicas y dulces como dátiles, que a jalones la regresa a su circunstancia a vivir lo imposible donde no debe vivir para vivir. Entonces Ella dice …¡Cuánto control, cuántas limitaciones debe haber sido muy difícil!,,, el paciente se estremece, él lo sabe perfectamente, pero al escucharlo de esa voz, de esa mujer, lo confirma, doliéndose de sí mismo resintiéndo todo ese tiempo, ahí su historia cobra una nueva realidad, ese dolor lo acomete inundándolo entero y mientras salen sus lágrimas guarda silencio, las imágenes de Ella atropellada atrapada y de él adivinando y frenando las convulsiones, de Ella soportando esa carga inmensa y no dejándose morir y de él disimulando y cargando con su ser epiléptico clandestino y vergonzante, así el silencio ocupa el lugar hasta que ella le dice …¿y?,,, El paciente dice indignado …!pero si fue un tiempo terrible, tardé años en encontrar el médico correcto, el medicamento, y aun así me siguió torturando!,,, Ella insiste …sí ¿y?,,, el dice explicándose …pero cómo ¿y? si fue terrible!,,, Ella le contesta evidenciando …sí y sin embargo, pudiendo haberse paralizado, escondido, pudiendo haberse entregado entero a representar esa tragedia, no lo hizo , se ha dedicado a vivir y aquí esta,,, obviando que la desventura es relativa, que aunque sí que la vida ha sido casi invivible, la gramática con que se nombran esos oscuros pasajes le da sin embargo, la fuerza de sobrellevarlo todo, examina cómo pudieron con ella, obviando que él ha sido más fuerte que las acontecimientos que pudieron haberlo derrotado …ya terminamos, nos vemos la próxima semana,,, el paciente, sale desconcertado, pensando, que nadie ha dejado de conmoverse o por lo menos de escandalizarse y de pronto esta psicoanalista le dice que “¿y?” piensa indignado, tratando de interpretar la interpretación, sintiendo todos los ecos que hace en su historia, en sus versiones, en lo que siempre ha sabido y de lo que aspira a salir, y preguntándose, pero ¿por qué? ¿qué no es una tragedia? ¿qué no es terrible? y en la medida que avanza sobre la banqueta repite esta nueva versión, aunque realmente ¡sí pude con eso!, ¡aquí estoy! Y los ecos se hacen más armónicos y sobre todo más delgados, a pesar de todo camina tirando como andrajos la conmiseración que lo abatía y se deshace de su vieja piel como serpiente renovada, siente como el entusiasmo lo invade, camina, sintiendo una especie de frenesí.
Ella se queda recordando su propio psicoanálisis y la primera vez que la interpretación fue …¿y?,,, Ella no lo podía creer, y sin embargo esa intervención revolucionó su relación consigo misma, aligerando la dimensión dramática y paralizante de su historia, pero sobre todo, colocándola irremediablemente ante su fuerza para sobrevivir, haciéndola responsable de sí misma de aquí para adelante, el pasado sí era el mismo pero dejó de ser la reverberación que la ensordecía.

Fueron a España a ver a la abuelita, su Yaya, y a ver a un psiquiatra, al gallego Manuel Cabaleiro, autor prolijo y de gran erudición quien mantenía una estrecha relación con la psiquiatría francesa, Ella esperó afuera, en la salita con su abuela, el piso era de cuadros negros y blancos, inventó el juego de solo pisar los negros y saltar los blancos hasta que salió una enfermera a callarla …!niña SSSSH!,,, se avergonzó, rápidamente se refugió en el regazo de su abuela que siempre huele a jazmines y que sabe hacer juegos en silencio y sólo con las manos, al salir escucho a su papá hablar dolido, resignado y severo, aguantando la ira, y la tristeza de la esperanza perdida, pero eran, en ese momento, palabras indescifrables para ella …sí el doctor nos confirmó el mismo diagnóstico que en México, es una psicosis depresiva con rasgos paranoides y no puede dejar de tomar los medicamentos, Ella atendía la conversación sin entender del todo lo que estaba en juego y le repitió ingenuamente a su mamá ...no debes dejar de tomar tus medicinas mamá,,, ese fue el inicio de pleito que duró horas, los gritos y los jalones, mamá estaba furiosa y quería dejar de tomar esas medicinas las odiaba, la adormilaban, la hacían babear, le hacían los músculos de madera.


La paciente como siempre, entra hablando a gritos, agitadamente, deja su bolsa en la sala de espera, explicando porque viene vestida así, se mete al baño y habiendo cerrado la puerta y desde adentro grita …!tengo mucho que platicarte ya me habló mi hermana!,,, Ella espera dentro del consultorio con la puerta abierta, la paciente entra, pone en un sillón su bolsa, se quita los zapatos, mueve los cojines, se quita los broches del pelo, se cubre con una manta mientras sigue hablando a gritos, Ella vaticina que va a ser una sesión difícil, de pronto la paciente se sienta y dice rogando casi lloriqueando …déjame fumar, solo un cigarrito,,, ante la clara negativa, lo suplica gimiendo …¿pero por qué?, solamente un cigarrito,,, Ella le dice amable pero firmemente …aquí vienes a hablar no a fumar,,, con una expresión de niña emberrinchada, la mira de reojo finalmente se recuesta, se conforma y dice … ¡ha sido terrible la semana, la sirvienta no llegó, tuve que venirme manejando la camioneta y no me gusta manejar la camioneta, es una lata, pero ni modo, mi coche está en el taller porque los rines de magnesio que le mandó poner mi marido no me gustan!, además ¡¿por qué decide sobre mis cosas!? ¡eso no se lo voy a permitir!,,, se sienta de nuevo y dice rápido y dramáticamente …¡mi marido es un estúpido, él sí está loco de verdad, él es el que debería venir aquí ¿no lo puedes recibir? con tres sesiones lo dejarías perfecto ¡porque tú eres ma-ra-vi-llo-sa!,,, y levantando las manos dice …¡mira todo el bien que me has hecho!,,, se recuesta de nuevo, pide disculpas …¿estoy mal verdad?, bueno no tanto,,, se contesta y dice … ya no quiero venir a terapia, realmente ya me siento bien, no me gusta esta dependencia,,, Ella le pregunta …¿te hubiera gustado controlar todo cuando eras niña y que tu mamá no se fuera y te dejara?,,, la paciente se despliega en una narración pormenorizada de su infancia, de cómo buscaba a los vecinos para platicar, para que la miraran, para que le hicieran caso, Ella le dice …tus hermanos estaban ahí, sufriendo lo mismo que tú pero su compañía no contaba, no valía porque eran carroña también, también los había abandonado mamá tenían la misma hambre,,, la paciente contesta …sí verdad, a mis hermanos ni los recuerdo, sé que estaban ahí, vivían con nosotros pero están borrados,,, Ella le dice …solo valen las miradas de los que no sean hijos de tu madre, ¿tú crees que mamá te quería?,,, la paciente recuerda que su madre realmente sí la dejó cuando era una niña, le han dicho que era alcohólica, y que la adoraba …alguna vez me dijo que lo que más le dolía de haberse ido, fue precisamente dejar de verme, yo era su niñita y mi papá me dijo, que yo adoraba a mi mamá, que la extrañé muchísimo y que a partir de eso me hice muy difícil pero mi papá también me abandono,,, Ella dice … en realidad, y tú lo sabes, tu papá no te abandonaba, lo que sucedía es que se iba a trabajar, pero igual daba, para ti como niña era desesperante, era temible que se alejara papá, estabas temerosa de un nuevo abandono y necesitadas de muchos aseguramientos, la compañía y valoración,,, la paciente asiente en silencio y se enjuga las lágrimas, se hace un silencio y Ella le dice …ya terminamos nos vemos la próxima semana,,, la paciente no se levanta, se queda en el diván y cambiando de tema, como sacudiéndose de todo el proceso afirma festivamente …¡hui, es que no te he contado la última noticia! me dijeron que mi hermana es psicópata ¿o perversa?, ¡hay ya no sé!, pero que, por eso, se acuesta tanto con mujeres, como con hombres y además, que por eso en su último trabajo hizo un fraude, mi-llo-na-rio,,, Ella es consciente de la seducción que ese tema pretende y cómo busca prolongar la sesión, así que insiste ahora levantándose y abriendo la puerta del consultorio, dice …ya terminamos, nos vemos el próximo martes a la una,,, la paciente sale hablando …!ha sí, sí sí!,,, e incluso, ya habiendo cerrado, tras la puerta sigue despidiéndose y agradeciendo …adiosito eres un ángel, que Dios te bendiga, bay,,, Ella se queda cansada, , el paisaje de ese desorden desbordado, con el que inhunda es sin embargo un trabajo muy indispensable.
Los pacientes a veces vienen por lo urgente, y algunos se quedan a conocerse, a cambiar Ella conoce este paisaje la remite a las algunas de las dificultades que Ella enfrentó de niña con su madre, quien tenía una personalidad inestable, y peligrosa. Mamá era una mujer desordenada, egoísta, infantil, se arrastraba sobre el paisaje devastando lo que intentará ponerse en pie una y otra vez, suplicio su presencia, martirio su interior, mamá era así, solo así se explica cómo pudo perder a su hija en África, regresar a Guanajuato y seguir viviendo sin conflicto, o mejor dicho, porque ya no le cavia ningún otro conflicto que su permanente sensación de inexistencia, Ella ha pensado en esto de distintos modos, como la niña dolida por la locura de su madre y ahora con la mira telescópica con lentes bien pulidos sabe que esa mujer, su madre, simplemente apenas podía amar, agotaba sus fuerzas en sostenerse medio cuerda, entonces repiensa más generosamente, es casi seguro que si haya habido dolor y que incluso mamá haya viajado a sus reclamos mas filosos y se haya mortificado de silicios, además piensa, no, en realidad yo sé que no fue que ella me extraviara simplemente, lo que sucedió fue que yo me fugué, por eso que llevaba mi bulto con el pañuelo de la abuela y aparece en su memoria algo fresco y claro porque recuerda el vestido de flores amarillas y se alegra de este nuevo recuerdo, como si el arcoíris adquiriera un nuevo color, así todo lo asociado con ese vestido y con el amarillo emerge la empuja a la búsqueda, sigue recordando, después de deambular por esas calles desconocidas, no pude volver sobre mis pasos, seguramente me aleje más de lo que podía reconstruir, entonces me perdí, claro me escabullí porque era un infierno la vida con ella, la presencia de mamá hacia el aire denso y filoso, agotador vínculo anegado de hocicos descalificadores y grandilocuentes, era ira inagotable, sí inagotable la violencia, la distancia y el inconexo amor, pasaba del cariño expresivo y de contundente. exhibicionista con voces, palabras, abrazos , moños, festejos y de pronto el olvido, Papá amaba su momento festivo su sensualidad batiente, su voz entonada cantando y la casa se llenaba de flores y amigos, y todos agachábamos la cabeza cuando los demonios aparecían por sus ojos y su voz, siempre lo mismo, mamá desgañitándose y mortificando a todos, papá no podía detenerla, no lo culpaba porque lo veía ahí, también asustado como Ella, pero la única certeza era que, al llegar los oleajes de ese mar de vidrios, mezclado con lodo de agujas lo que era verdad es que, mamá no se iba, en cambio aquellas personas que sirvieron de refugios temporales, aquellos brazos, aquellas manos que peinaban mis trenzas, las amadas sirvientas, me decían quedito …hay niña, pobre de usted, yo ya no aguanto niña, lo siento, pero me voy a ir y la voy a dejar aquí solita, es que su mamá está reloca, nada le parece y nos grita y nos golpea o le parece todo y no sabemos ni por qué,,, aun así, recuerda de pronto, sin entender que era lo que desataba ese gesto, mamá, le acariciaba la cara dulcemente y le decía …¡qué bonita eres, cómo te quiero mi niña amada, eres lo más bello de la vida, y te voy a decir un secreto, ¿me lo guardarías? tú de entre todos mis hijos eres la que más quiero, tú preciosa!,,, y le besaba los ojos y las puntas de sus trencitas, a pesar de que a veces la llegaba a tratarla así, Ella pensaba, deseaba que algo de su vida se conservara fuera de la sombra de la locura, para que mamá no hiciera con la vida de todos, con la de su hermanos y la de su papá un nudo de horror y conflicto permanente, pero no conoció otra vida, y sin embargo ahora reconoce que lo que la impulsó a irse, era creer en otra realidad posible para ella, fue que adivinaba, suponía el paraíso y este supuesto construido de pequeños indicios la llenó de fuerza. Sacó del fondo del costal de su memoria, un día de primavera en Guanajuato, tal vez tenía cuatro años, iba caminando con un vestido muy lindo de la mano con su madre, al llegar a las calles aledañas al mercado de San Miguel de Allende, sobre esas banquetas de piedras enormes, pulidas por los centenarios transeúntes, caminando rapidito y ya para llegar al mercado, las casas eran más pequeñas que la suya y podía mirar por instantes, dentro de algunas por que dejaban la puerta de la calle abierta para refrescarlas, podía ver al fondo de un pasillo lleno de flores, una sala con los muebles forrados de plástico, las mesas con carpetas tejidas por las mamás, a veces, si el instante se alargaba, podía ver en el muro del fondo la foto de la boda, junto un altar adornado con flores artificiales, llego a ver a la mamá de esa casa con su mandil, Ella quería una casa así, una mamá así, con mandil y guaraches, una mujer predecible, esos deseos sin embargo eran vagos y fugaces, pero iban dejando un sedimento que se acumulaba en su aspiración, no tenia registro de un maternage distinto al de ser criada por el espanto y la incertidumbre, que en cualquier momento en cualquier instante la ira, empujada por las voces que solo mamá escuchaba, y ver como a mamá de un momento a otro, se peleaba de gotas de sudor la cara, su frente y se enjutaba, era el miedo, sus ojos veían el aire viendo lo que no estaba, y la escuchaba gritando con la convicción absoluta de un peligro inminente, y lo más espantoso, lo verdaderamente terrible, era cuando la miraba a Ella y señalándola con el índice le decía a gritos, …!tu también me quieres matar , tu también me odias, a mi no me vas a engañar niña estúpida, primero te mato yo!,,, al escuchar esto Ella se sentía muy asustada, culpable, descubierta sentía que tenía un pecado que no tenia asiento, sino en el deseo de que volviera su mamá buena su mamá cariñosa, la que estaba tras esa máscara iracunda . Trataba de recordar su infancia, los recuerdos pasaban como nubes en el cielo, deformes, cambiantes.
Esperando en su consultorio sentada en el viejo sillón, con un libro cerrado entre las manos, piensa, sabe que los pacientes vienen buscando alivio, algunos los menos, se quedan después de haber resuelto lo urgente, a conocerse, a conflictuarse, a reinventarse, sin embargo todos son preciosos para su vida, todos le ofrecen laberintos para recorrer, Ella puede acompañarlos en sus tramas tejidas de los girones de sus infancias, de sus buenos y malos deseos, de sus engañosos ojos llenos de espejismos, que adivinan lo imposible y justifican sus desvelos con vapores inconexos, sabiendo que para develar algo de esa noche hay que ir a la lejana infancia donde la humanidad se forma.
La mujer de las manos de encaje la toma por la cintura y la baja del caballo negro, el cuerpo del animal está caliente por el esfuerzo y la niña siente ahora el viento frio que refresca sus piernitas, y sin tregua reinician la veloz marcha, ahora en “Puerta Del Desierto” que es la ciudad de Zagora, caminan rápido y únicamente por las calles que bordean la ciudad, llegado a un punto para Ella como cualquier otro, manos de encaje mueve la cabeza buscando y finalmente levanta la mano y la agita en el viento divisando más allá de las arenas en ese paisaje del color de barro ya casi donde no se alcanza a ver esta el pueblo de Tamegrout esa es su meta, aun que Ella no lo sabe, con la arena moviéndose al ras del piso, como una suave brisa, los pasos de las dos se adentran en ese paisaje café y cruzan ese páramo, para protegerse de la arena Ella cierra sus parpados dejando a penas una rendija sus ojos, se deja guiar casi ciega por esa fuerte mujer, la marcha cambia cuando pueden sentir el refugio que les ofrece la arquitectura de Tamegrout, a pesar de su aparente modestia esta población alberga un importante centro religioso, famoso por la rica biblioteca que alberga la más importante escuela coránica. Caminaron resguardadas por la sombra de los muros siguiendo la ruta que las llevo hasta lo que parecía una entrada cuadrada, adentro todo era oscuro, camina siguiendo de cerca a manos de encaje, esa negrura se hizo más densa y de pronto la ruta se hizo más compleja, se convirtió en un laberinto subterráneo, Ella sintió temor de perderse en ese submundo y apresuró su paso hasta alcanzar y tomar la mano de su guía con firmeza, así fue conducida por esas callejuelas de muros cerrados en lo alto bloqueando la entrada de la luz, es por eso que de pronto el trayecto se hizo completamente a oscuras, Ella ahora abre los ojos lo más que puede y no distingue nada, todo negro, así que su manita da cuenta de su temor apretando, la ahora mano amada de encaje, solamente los conocedores de estos oscuros caminos enmarañados pueden caminar por esa tenebrosidad con destreza, la mano de encaje le correspondió asegurando con consistencia la pequeña mano y la condujo sin darle respiro, aunque la frescura de la sombra la envuelve, la alivia del calor y la alienta, la oscuridad absoluta de esta maraña de pasos la hace entregarse con verdadera devoción a esa mano mágica, la ruta se ilumina apenas y solo en algunos lugares las ranuras permiten que se filtre lo luminoso de débiles rayos, es por eso que Ella pudo ver por un momento tan solo, a unos niños que se acercan traen en la mano una varita con la que arrean a un borrego negro, solo un instante y de nuevo la oscuridad se apropio de la ruta dejándola sentir en sus narices el aroma del animal y a sus oídos las voces de los niños , y ya sin ojos y dejándose conducir se atrevió a pensar que esto que le pasaba era como el viaje a un sueño, donde todo es difícil de descifrar y sumamente relevante, de pronto, se detuvieron, tropezando la niña con el cuerpo de la mujer, apenas percibe un rayo de luz que transita por el aire revelando a su paso dl polvo que levantan los pasos de los errantes, ahora la percibe bien es un rayo que tiene una luz larga que viaja por el aire hasta que toca una puerta muy roja pequeña, frente a la que se detienen, ellas se tiñeron enteras de luz carmesí, antes de golpear la puerta, manos de encaje se hinca en una rodilla y fija en Ella sus bellísimos ojos negros, la única parte del rostro descubierta, la mira directamente a la cara y le habla suavemente, su voz sale filtrada entre los pliegues de su atuendo, al mismo tiempo, con sus delicadas manos, le alisó el cabello, esa caricia le recordó lo mejor de su mamá, esa ternura delicada le trae un recuerdo de los días soleados en Guanajuato con tragos de agua de limón en la cocina de piso de barro, pero no pierde su atención a la caricia y siente que casi se desmorona de cansancio, de pronto con esa misma mano, le da una cachetada no muy fuerte, pero logra despabilarla mientras le sigue hablando quedamente, se acerca aun más a la cara , y así muy de cerca, levanta el índice frente a sus ojos, diciendo algo por-meno-rizada-mente incomprensible, le acomoda la blusita, su falda, le quita de las manos el bultito de ropa, entonces manos de encaje se y toca la puerta dando cuatro golpes. Tras esa puerta encontró lo que sería su mundo y ahí si había control. Los primeros años con todos sus días fueron de desconciertos, de rigores incomprensibles, de anhelos que debían ser postergados, de palabras que se le fueron esclareciendo, sabores nuevos, ropa insólita y a veces primorosa, espacios, ventanas y jardines, las caras de otras niñas, pasaron los meses y así pudo comprender los anuncios de que un día, llegarían los hombres, iniciaron las revelaciones de cómo debía tratarlos y cómo debía moverse con la música de sonidos nuevos, cómo debía verse, cómo debía hablar.

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